22 ene 2010

OK

Estaba sola sobre mi cama, pensando en todas aquellas cosas que me hacían sentir viva y feliz. Sentía una felicidad inmensa el saber que nada realmente me hacía falta. Un leve temblor sacudió todo lo que me rodea, sólo que ese temblor sólo fue un aviso de que algo peor pasaría con todos aquellos recuerdos felices en mi cabeza. Una tormenta arrasó con todo mí ser, me tomó desprevenida y lo único que se me ocurrió fue perderme junto con la lluvia que caía sobre mí. Sólo así sentía que mis lágrimas se unían a algo tan fuerte, tan peligroso. No pude más con tanto sufrimiento así que decidí mejor dormir profundamente entre tanto caos y tristeza.

Desperté y pude darme cuenta de la realidad, todo aquello en lo que solía creer había desaparecido repentinamente. Todas esas palabras, caricias, besos que me hacían sonreír, se habían esfumado con toda aquella destrucción de la tormenta. Mire hacia arriba y observé las nubes sobre mí. Ya no había más nubes grises invadiendo mi vida. Aquel cielo que estaba observando me hacía llorar de la felicidad porque es así cuando me di cuenta que, ya te había olvidado.

1 comentario:

Ana Caballero dijo...

Todo tiene un final pequeña hija... triste, feliz... dramático... lo importante es buscar nuevas historias.
Un abrazo