Esa noche, desperté contigo a mí lado. Acaricié tu mejilla, tan fría y suave. Me quedé contemplando tu belleza mientras tu permanecías ahí estático, dormido sobre nubes blancas como algodón. Besé tus labios y en el suspiro me sumergí. Y en ese suspiro de amor, permanezco.
Te veo y te siento, tanto como a nadie. Tanto como nadie te podrá sentir, amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario